Lo que a simple vista puede parecer que son dos mundos antagónicos, como es el deporte y las drogas, desgraciadamente muchas veces han caminado cogidos de la mano. Deportistas, que más preocupados de su aspecto exterior que por su estado de forma, han coqueteado con ciertas sustancias, tanto para conseguir un mayor rendimiento físico, como para moldear su cuerpo de forma mucho más rápida y contundente.
El ejercicio físico y el deporte en general, tiene como principal objetivo el sentirse bien con uno mismo, tanto a nivel físico como mental; esto requiere tener unos comportamientos ordenados, no exentos de sacrificio en muchos casos y sobre todo, una voluntad de hierro.
Hay que tener mucha voluntad, en caso de un adolescente por poner un ejemplo, en acudir diariamente a un gimnasio ó salir a correr, cuando sabes que tus amigos están tomando una litrona en un parque, oyendo música ó preparando un botellón; hay que tener, como digo, mucha voluntad y amor propio, para sacrificar amistades e incluso perder estatus dentro del grupo al no alinearte con la marcha, la juerga y los excesos.
Hacer deporte, llevar una vida sana, no está contraindicado con la diversión; el tomar una copa de forma moderada y salir con los amigos, pero todos sabemos donde está el límite y cada cual debe ser consciente de sus consecuencias.
Durante tiempo, he sido voluntario en un centro de enfermos terminales de sida. Hombres y mujeres, en su mayoría menores de treinta y cinco años, que un día empezaron a coquetear con las drogas; de ahí empezaron a delinquir para poder pagarse su dosis diaria. Entraron a edad temprana en una prisión por el simple robo de un radiocassette ó al ser sorprendidos vendiendo sustancias al menudeo.
Todas estas personas, sin excepción, me contaban sus inicios en el mundo de la droga. Alguno fue deportista, otro militar profesional, agente comercial, etc. etc. Tengo que decir, que hace meses abandoné ese voluntariado, pues no pude soportar como gente a la cual le ibas tomando cariño, iba cayendo como moscas, con perdón de la expresión; había que tener mucho estómago para resistir lo que viví durante una larga temporada.
La droga está en todas partes y en todos los círculos sociales, eso lo sabemos todos y la mejor forma de vivir de espaldas a la misma, es teniendo unos estímulos suficientemente fuertes como para evitar caer en la tentación.
El deporte, la vida sana, los amigos, la ilusión por nuestro futuro y sobre todo la autoestima, es el mejor antídoto, la mejor vacuna preventiva para no caer en sus redes.
La droga anula la voluntad, hace a las personas autómatas y esclavas de su dosis diaria; te hace romper con el entorno familiar, laboral y social, amén de llevarte a la ruina económica.
No a las drogas, sí al deporte, no es una simple frase ó eslogan; es optar por la vida, por la salud y el futuro; he vivido muy de cerca los estragos de la droga y se perfectamente de lo que hablo. Cada cual somos dueños de nuestra voluntad y sobre todo de nuestro futuro.