Hace años, un ciclista profesional, jefe de filas en un equipo asentado en la Comunidad Valenciana, fue al médico por su cuenta en la temporada invernal, es decir, cuando no estaba sujeto a la disciplina de los médicos de la entidad deportiva. El hombre se sometió a diversas pruebas; hubieron dos en concreto que hicieron saltar las alarmas de los facultativos, una fue el ritmo cardíaco la otra unas placas torácicas. Por una parte tenía treinta y siete pulsaciones por minuto, por la otra el corazón era el doble de tamaño que en una persona normal. Al final, tuvo que decir que era ciclista profesional para evitar que pusieran en marcha el protocolo de urgencia.
Lo que para todos nosotros sería un icono de vida sana y ejemplo a seguir, para los médicos suponía unas anomalías fuera de lo normal. Yo no soy médico, pero imagino que un deporte brutal como es el ciclismo profesional, a la larga no debe ser tan bueno como el ejercicio físico regular y moderado.
Muchas veces, nos hemos preguntado cuántas veces tenemos que ir al gimnasio, cuantos días voy a la piscina ó cuanto debo correr diariamente. Según el CAMD (Colegio Americano de Medicina del Deporte) aconseja entrenar de tres a cinco días por semana; menos de tres demuestran una mejora pobre y más de cinco tampoco demuestran una mejora considerable. Antiguamente, el hombre prehistórico tenía que hacer gran ejercicio físico siguiendo a sus presas para poder subsistir, veinte siglos después hemos pasado de utilizar nuestro cuerpo como herramienta a estar en muchos casos sentados en un sofá ó delante de una pantalla del ordenador, lo que ha hecho que aparezcan enfermedades como el colesterol, la diabetes, hipertensión etc.
No hay un factor que sea decisivo para llevar una vida sana, sí una serie de pautas que en su conjunto, hacen que la calidad de vida del individuo sea mucho más óptima: Seguir una dieta equilibrada, beber mucho agua, hacer ejercicio físico de forma regular, no fumar ni tomar sustancias nocivas, dormir un mínimo de ocho horas al día, mantener el cerebro activo como si de otro músculo del cuerpo se tratara, evitar las situaciones de estrés, tener tiempo para los amigos y la familia, tratar de sonreír y ver la vida de forma positiva y sobre todo estar bien con nosotros mismos.
Soy consciente que alguno de estos consejos que acabo de escribir, no dependen al cien por cien de nosotros mismos, por lo que en cierto modo somos rehenes de factores externos para su buen desarrollo, ahora bien, la voluntad, la autodisciplina y la ilusión por llevarlos a cabo, eso si que es cosa nuestra.